El Palacio de la Zarzuela ya no es lo que era para la reina Sofía. Los días transcurren en un silencio cada vez más espeso. Sus pasillos, antes repletos de actividad, se han vuelto escenarios de una rutina marcada por la ausencia.
La reina emérita, de 87 años, ha quedado relegada a un segundo plano. Su papel en la vida pública se ha reducido, y su mundo personal también se estrecha. Lo que antes era compañía constante, hoy se ha transformado en soledad.

La reina Sofía, una figura cada vez más aislada
Fuentes cercanas a la Casa Real confirman lo que ya se intuía. Sofía se siente sola, apartada del bullicio que alguna vez acompañó su vida como reina. Su esposo, Juan Carlos I, permanece exiliado entre Abu Dabi y Galicia, centrado en su círculo de amigos.
Las hijas de la emérita, especialmente la infanta Elena, mantienen cierto contacto. Sin embargo, su vínculo con el rey emérito parece pesar más que la cercanía con su madre. Las visitas son esporádicas y breves.
El rey Felipe VI procura estar presente, pero su agenda oficial no le permite dedicarle tanto tiempo como quisiera. Cuando tiene tiempo libre, lo comparte con Letizia y sus hijas. Todo ello refuerza el sentimiento de abandono que vive su madre.

Irene, el último sostén emocional de la reina Sofía
La única persona que ha sido su verdadero apoyo ha sido Irene, su hermana. Vivía con ella en Zarzuela, compartiendo confidencias, rutinas y afecto. Sin embargo, la situación de Irene ha cambiado radicalmente en los últimos meses.
Y es que cabe destacar que la salud de Irene se ha deteriorado. Sus problemas de movilidad se agravan, y su deterioro cognitivo es ya evidente. Los rumores de Alzheimer han encendido todas las alarmas.
La reina Sofía ha preferido mantenerse cerca y no quiere que su hermana pase sola esta etapa tan difícil. Pero también es testigo del lento apagarse de su única compañía constante.

Una realidad que entristece
Fuentes internas aseguran que en Palacio no hay una mujer más sola que Sofía. Lo que antes eran actos, compromisos e interacciones diarias, ahora son silencios y estancias vacías. Solo algunos eventos oficiales mantienen a la reina emérita activa.
Ella misma insiste en que la sigan convocando. Según cuentan fuentes cercanas a la Casa Real, siempre repite lo mismo: “Estoy bien, convocadme, recordad que siempre estoy dispuesta”. Pero esos compromisos ya no bastan para llenar el vacío.
La periodista Pilar Eyre lo ha dicho con crudeza: “Sofía está sola, sin planes ni invitaciones”. La mujer más querida de la monarquía vive alejada del foco y del calor humano que un día la rodeó. Hoy, la reina emérita enfrenta un presente frío marcado por ausencias, por una hermana que se apaga y por un entorno que, lentamente, se desvanece.